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El primer peldaño: la educación inicial

Desde la promulgación del D.L. 19326 que dio partida de nacimiento a la reforma de la educación llevada adelante por el gobierno militar a partir del año 1972, la educación inicial se constituyó en el primer nivel del sistema educativo peruano, poniendo al Perú a la vanguardia de la educación latinoamericana. A pesar de la contrarreforma iniciada en los ochenta la Ley General de Educación Ley No 23384 de 1982, conservó a la educación inicial como nivel. En la actualidad, treinta años después, se presenta una nueva oportunidad a la luz de la discusión de los reglamentos de la Ley General de Educación Ley Nº 28044(1).

Los beneficios de una mayor y mejor educación inicial se expresan en el desempeño de los niños en la educación primaria. Una base afectiva sólida que parte de la primera socialización, el aprestamiento para la lecto escritura y las habilidades lógico matemáticas, se constituyen en el soporte que garantiza una disminución del fracaso escolar en los niveles superiores.

El nivel de educación inicial esta caracterizado por un fuerte componente de la forma no escolarizada, fundamentalmente en el sector público, en donde el estado viene aplicando como estrategia para incorporar a los niños entre cero y dos años mediante la creación de los programas no escolarizados de educación inicial (PRONOEI).

Como se puede verificar a través de las cifras, el 37% de la matrícula en el sector público se ubica en los PRONOEI, en el sector privado esta situación es diferente, en tanto que, en el mejor de los casos la matrícula en los programas no escolarizados de gestión no estatal llega apenas al 2.3% del total.

En el periodo 1990 - 2002 la educación inicial, en los que a matrícula se refiere, experimentó el crecimiento más importante de todos los niveles y modalidades educativas. Como lo demuestran las cifras, se incorporaron a los centros y programas del nivel 313,019 nuevos infantes, lo que significó un crecimiento del 39.2% para el periodo, experimentando un incremento promedio anual de aproximadamente 3%. En el sector público se incorporaron 235,055 nuevos niños, esto significa para el periodo un incremento del 33.4%, o lo que es lo mismo, un crecimiento de 2.6% promedio anual, aproximadamente. La matrícula del nivel inicial en el sector privado pude ser calificada de espectacular, en la medida que, se incorporaron al sistema 77,964 nuevos niños, esto en términos de tasa de crecimiento para el periodo se expresa en 81.9%, o 6.3% como tasa de crecimiento promedio anual entre 1990 y el 2002.

A pesar de este importante incremento de la población escolar, ésta representa sólo el 30% de la población demográfica entre cero y cinco años.

La Población Económicamente Activa (PEA) ocupada en el nivel, también experimento un aumento importante. Entre 1990 y EL 2002 ingresaron a laborar al nivel de educación inicial 18,356 nuevos docentes, el incremento más importante se da en el sector privado, a este ingresaron 11,392 maestros lo que implica un incremento del 257% para el periodo de estudio. De otro lado, en el sector público el incremento fue del 37%, esto es, ingresaron 6,964 nuevos docentes.

Lo anterior altera significativamente la composición porcentual de la PEA docente entre el sector estatal y no estatal. En 1990 el 89.9% de los maestros trabajaban en el sector público y el 19.1% en el sector privado, sin embargo, en EL 2002 esta estructura cambia: 79.2% para el estado y 20.8% para el sector privado.

Como dijimos línea atrás, el nivel se caracteriza por su fuerte componente de programas no escolarizados de educación inicial. En 2002 el 64.5% del los establecimientos públicos de educación inicial eran programas no escolarizados y el 35.5% centros educativos. En el sector privado casi no existe educación inicial no escolarizada. Entre 1990 y el 2002 se instalaron 11,396 centros y programas de educación inicial, 3,718 en el sector privado y 7,677 en el sector público. En la actualidad, producto de la mayor creación de centros educativos privados éstos representan el 16.9% de la oferta total.

En la actualidad se calcula que el gasto público en educación inicial representa el 8...1% del gasto público en educación. Esto significa que participa con sólo 1.6% del gasto público total. En términos del PBI su participación se reduce al 0.3%. Otro dato importante es aquel que nos presenta el gasto de la sociedad en educación, es decir aquel que realizan el estado y la sociedad civil en conjunto. Las últimas estimaciones nos dicen que del total del aporte de la sociedad a la educación inicial, el 35% es asumido por las familias, y el 65% restante por el estado.

Al igual que en otros niveles educativos los recursos asignados a la educación son insuficientes para garantizar la ampliación de la cobertura sin sacrificar la calidad del servicio, asimismo, una vez lograda la mayor cobertura existe la necesidad de contar con los insumos suficientes como para mejorar los aprendizajes de los infantes.

Al plantearnos un horizonte de largo plazo asumimos como meta el lograr una cobertura neta del 50% en el tramo de edad de 0 a 5 años y de 94% de 3 a 5 años.

Sobre la base de este supuesto podemos definir metas en cuanto a financiamiento, es decir, del 6% del PBI destinado al sector el 1% se deberá asignar al nivel de educación inicial. Con este volumen de recursos será necesario definir el destino de los fondos y su estrategia de aplicación, teniendo en cuenta el crecimiento de la población escolar y el aumento paulatino del gasto público en educación.

Si partimos del estimado que, la inversión por niño matriculado en educación inicial es de $140 en 2003, tomando en cuenta las proyecciones del gasto y de cobertura del nivel, la meta a lograr es de $758 al año 2015.

Esta inversión por alumno deberá considerar una canasta básica de insumos que incluya el concepto de atención integral. Para que esto sea así es necesario construir la canasta en base a las necesidades de los: estudiantes, docentes, aula / sección y centro o programa no escolarizado de educación inicial de la siguiente manera:

Evidentemente que el modelo planteado deberá adecuarse a la naturaleza y características de cada uno de los espacios geográficos, socioeconómicos y culturales en donde se ubique los centros y programas de educación inicial, de forma tal que se aprovechen los recursos de cada región.

La mejor manera de garantizar que los recursos lleguen directamente a su destino es mediante la conformación de redes en las zonas rurales y urbano marginales, de tal manera que las mismas se constituyan en unidades de costeo que permitan definir desde el presupuesto de la unidad ejecutora, es decir, desde la Unidad de Gestión Educativa Local la cantidad exacta de fondos asignados y recursos a cada Institución Educativa.

De otro lado, es importante contar con mecanismos participativos de vigilancia, control ciudadano y rendición de cuentas. Para este propósito el Consejo Educativo Institucional cobra protagonismo en la medida que una vez conformado logre organicidad y cumpla sus funciones tal como lo dicta la Ley General de Educación.

(1)Publicado en: Jornada Pedagógica Nº 82. Instituto de Pedagogía Popular. Lima, noviembre - diciembre del 2003.

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